MIS PADRES, por NORMA BERMUDEZ
Mis padres
Por Norma Bermúdez
Para hablar de mi padre tengo también que referirme a mi madre, ya que fue su amor, compañera de vida, sostén y contención. Estuvieron casados 44 años desde el 15 de marzo de 1930 hasta el fallecimiento de mi padre el 25 de julio de 1974. Se casaron muy enamorados, tengo las cartas que mi padre envió a mi madre apenas se conocieron y cada vez que las releo me hacen lagrimear. El fue su docente en 1927 cuando fue nombrado profesor de Dibujo en la Escuela Normal, ella cursaba su ultimo ano del magisterio y lo flechó. En el ′28, mi abuelo Servando Butti —fundador de la Editorial Butti y del primer diario de San Rafael El Comercio— dispuso una librería y lencería para que ella atendiera.
Este fue motivo para que mi padre pudiera seguir viéndola, buscando cualquier pretexto como comprar lápices, temperas,tintas, etc. Y si bien, entre mi abuelo y mi padre no había problemas, mi abuela paterna —Mama Lola, celosa de la relación entre ambos— hizo todo lo posible para separarlos, como lo demuestran las cartas que escribió mi padre por esos años tratando de disculparse y de disculpar a mi abuela. Pese a estos conflictos familiares, finalmente se casaron y fruto de esta unión nacimos mis hermanos Leonardo (fallecido), Rubén Servando y la que suscribe Norma Josefina.
Mis recuerdos comienzan a los cuatro años aproximadamente, vivíamos en la calle Chile 80 de San Rafael, en un piso enorme de siete habitaciones, todas con balcón y un enorme hall. Mi padre tenía un estudio donde pintaba y un escritorio con una gran biblioteca con libros de estética, historia del arte y filosofía. Lo recuerdo siempre imbuido en su pasión: dibujar, pintar, leer, escribir, reflexionar, sumamente ilustrado y a pesar de estas pasiones, se preocupaba por nosotros y por mi abuela Mama Lola, a la que mi madre cuido con esmero más allá de las primeras diferencias, y a su tía Paca.
Reconozco que mi padre tenía una cierta debilidad por mi, la menor y la chancleta anhelada, le encantaba que lo peinara y cuando lo hacia se adormilaba. Tuve el gusto de tenerlo como profesor de Dibujo en 2° grado, y digo el gusto porque me fascino, ya que al margen de sus clases de dibujo con mis compañeras/os, nos deleitábamos con sus ocurrencias.
Fue reconocido y querido por sus alumnos entre los que estuvieron; el arquitecto y poeta Luis Ricardo Casnati; profesor Antonio Salonia; doctor Ernesto Uelschi, quien fue gobernador de Mendoza; la profesora Nélida Salvador; profesor y poeta Juan Solano Luis y tantos que no los puedo enumerar a todos.
Tomaba litros de café por día y su carácter tendía a la depresión, debido a las vicisitudes que paso la familia a partir de su traslado a Paraná, provincia de Entre Ríos, y su posterior cesantía. Quien estaba siempre conteniéndolo fue mi madre, mi abuela, ya muy viejita y prácticamente ciega dejo de opinar en los temas familiares y mi madre fue la hija que ella no tuvo.
Después de Paraná, tuvimos una vida muy vagabunda y a mi edad me maravillaba poder viajar a Buenos Aires, de nuevo a San Rafael y a la ciudad de Mendoza. Debo destacar que mi padre tuvo un mecenas maravilloso, el Ing. Lifschitz que le dió los medios para poner una librería que atendía mi madre.
Además, el ingeniero le pidió que hiciera unos murales para un cine que se iba a construir o se estaba construyendo, pero no llego a concretarse. Proyecto en el que participo el entonces ignoto Carlos Alonso, quien venía muy seguido a casa y tenía una excelente relación con mi padre. Tengo presente en mi memoria que el mural iba a tratar sobre los hermanos Lumiere, llegaron a hacer el diseño de una gigantografía en papel de calcar enorme pero, lamentablemente quedo en eso.
Finalmente, en 1954 mi padre decidió regresar a Buenos Aires para tratar de reinsertarse en el mundo artístico, transitando distintas locaciones, paso sus últimos años en Quilmes. En todos esos años no dejo de pintar, dibujar, escribir y reflexionar, fué un esteta.
En 1964 logro realizar con gran repercusión, la muestra en Galería Witcomb con sus con sus magnificas “interpretaciones” al óleo; Lorca (obra que nos regaló a Juan Carlos y a mi cuando nos casamos en 1963) Goya, Rubén Darío, Miguel Ángel, Valle Inclán, Hernández, Güiraldes, etc. Con los trabajos no vendidos y otros que siguió produciendo, el Arq. Luis Ricardo Casnati —ex-alumno de mi padre y admirador de su obra— organizó en diciembre de 1973 en San Rafael y Mendoza sus ultimas exposiciones en vida. En mayo de 1973 mi padre sufrió un infarto que pudo superar, pero lo dejo muy endeble.
Recuerdo ese tristísimo 25 de julio de 1974 como el día de hoy. Mi padre recibió un cheque que le había enviado el Arq. Casnati fruto de la venta de casi todas las obras expuestas en diciembre y estaba arreglándose para ir al banco cuando lo sorprendió un infarto masivo del que no hubo retorno. Íbamos a llevarlo al Banco con mi esposo cuando una vecina nos vino a buscar con la desoladora noticia, ya que en ese momento vivíamos a cuadra y media de distancia.
Me costó mucho sobreponerme a su perdida, pero tenía que hacerlo para acompañar a mi madre, la que pude disfrutar hasta sus 98 años y, además tenia a mis hijos Silvia y Daniel muy chicos. Adore, adoro y admiro a mi padre no solo como artista, sino como ser humano y a mi madrecita porque fue una madre espectacular y compañera excepcional para mi padre y se puso al hombro la familia y la casa en los tiempos difíciles.
! Mi homenaje a ambos !
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